Amazing Cloudscape at sunset

¿Qué es la niebla mental?

A medida que pasan los meses, se conoce más acerca de cómo actúa el coronavirus SARS-CoV-2, así como los efectos secundarios que está causando en los pacientes afectados y en aquellos supervivientes del virus.


Cada día se reportan más casos de personas que han dejado de dar positivo, pero siguen presentando síntomas de la enfermedad. Una de las consecuencias más comunes con las que se encuentran los afectados de la Covid-19, es lo que se denomina “niebla mental”.
Este fenómeno consiste en una alteración de las capacidades cognitivas y se manifiesta en confusión mental, falta de claridad y dificultad para pensar. Los pacientes refieren que sienten como si su cerebro no trabajase al ritmo habitual, sino que funcionase a cámara lenta. Esa sensación de enlentecimiento cerebral se debe a que la niebla mental se ha asociado comúnmente a falta de concentración, inatención, problemas de memoria, fatiga mental y anomia, entre otros.


Lejos de ser algo exclusivo de la Covid-19, la niebla mental es un síndrome que se conoce desde hace años en pacientes con otras infecciones virales, patologías graves e ingresos prolongados en UCI. El síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), presente en los casos más graves de coronavirus que requieren ventilación crónica, se ha asociado con posterior deterioro cognitivo, disfunción ejecutiva y reducción drástica de la calidad de vida.


Como apunta la Sociedad Española de Neurología, se considera probable que las personas que han estado graves e intubadas durante largos periodos de tiempo tengan estos síntomas como consecuencia de la hipoxia sufrida en el cerebro. Sin embargo, cada día están apareciendo más casos de pacientes con formas leves de Covid-19 y síntomas neurológicos como la niebla mental. Por ello, la comunidad científica no está segura de la causa de esta obnubilación, ya que se ha evidenciado que la manifestación de estas secuelas neurológicas la experimentan actualmente no solo pacientes que fueron hospitalizados por coronavirus, sino también quienes lo enfrentaron en casa con síntomas leves o moderados.


Aunque se puede considerar la niebla mental como un deterioro cognitivo leve, todos aquellos que lo han sufrido afirman que perjudica a sus capacidades para trabajar, realizar las tareas cotidianas y vivir con normalidad. Tareas aparentemente sencillas como reconocer el coche en un aparcamiento, leer correos electrónicos o sacar al perro y volver a casa sin perderse, se pueden convertir en un infierno para los que viven con estas secuelas neurológicas.


A pesar de la importancia de las alteraciones cognitivas, no se deben olvidar las consecuencias psicológicas y emocionales que estas secuelas han tenido en la vida diaria de las personas que las sufren. La interrupción de las rutinas laborales, sociales y de ejercicio físico han provocado sentimientos de ineficacia, sensación de improductividad, incapacidad laboral, fuertes reacciones de estrés, frustración e importantes dificultades psicológicas como síntomas de ansiedad o depresión.


Además, junto a estos síntomas psicológicos han surgido sentimientos de malestar, abandono y desesperación debido a las dificultades para acceder a servicios médicos adecuados. La alta incidencia de pacientes con coronavirus ha provocado la saturación de los servicios de urgencias y atención temprana, que se han visto forzados a focalizar sus esfuerzos en los enfermos con sintomatología física grave. Una consecuencia directa de esto ha sido las dificultades para recibir una atención médica de calidad y la falta de información, lo que, a su vez, ha podido originar en los pacientes leves o moderados exacerbación de los síntomas cognitivos y psicológicos.


¿A qué se debe la niebla mental?


La causa de la niebla mental es aún desconocida, sin embargo, existen diversas teorías. Una de las hipótesis más aceptadas es que las personas con Covid-19 mantienen la respuesta inmunitaria al virus, a pesar de la recuperación física del cuerpo. Esta respuesta excesiva y desproporcionada del organismo se manifiesta a través de la producción de grandes cantidades de citoquinas. Estas células del sistema inmune, en exceso, producen sobre inflamación de los vasos sanguíneos que van al cerebro, originando fallos orgánicos, daños en los tejidos, agravamiento de la enfermedad, confusión mental, pérdidas de memoria o colapso del sistema inmune.
Una segunda teoría manifiesta que, otra posible causa es que se produzca una reacción autoinmune, en la que los anticuerpos atacan por error a las células nerviosas y ocasionan importantes daños cerebrales.


Otra posible explicación es que la niebla mental se deba a las alteraciones del sueño provocadas por la propia condición de ingreso en UCI. La incomodidad de la intubación, la ventilación artificial o las reacciones de estrés y ansiedad ante la situación, pueden reducir la cantidad y calidad del sueño, repercutiendo negativamente en el funcionamiento cognitivo. Numerosos estudios informan que la privación del sueño interrumpe la comunicación de las neuronas, dificultando la conexión entre diferentes partes del hipocampo, afectando a la concentración, el aprendizaje y la memoria.


Por último, investigadores de la Universidad de Los Ángeles en California (UCLA), sugieren que la persistencia de la niebla mental junto con otros síntomas neurológicos, pueden deberse al trastorno de estrés postraumático (TEPT). Este efecto ha sido observado en anteriores brotes de coronavirus humanos como el síndrome respiratorio agudo grave (SRAS) y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS). El TEPT puede ocurrir en pacientes que se someten a cursos hospitalarios complejos, de larga duración en UCI y en aislamiento, que pueden ser vividos de forma traumática. Además, el estrés psicológico y físico continuo provoca daños cerebrales por producción excesiva de hormonas como el cortisol que dañan de forma crónica el cerebro, especialmente el hipocampo, región cerebral que se encarga de la memoria. Si bien un diagnóstico de estrés postraumático puede no parecer una buena noticia, existen muchos tratamientos disponibles para el trastorno, que incluyen psicoterapia y medicamentos.


No obstante, las investigaciones acerca de la niebla mental apenas están comenzando, y no se pueden saber con certeza las características específicas de la población a la que puede afectar, ni si las secuelas serán pasajeras o crónicas.


A pesar de todo, existen datos positivos.


Especialistas de la neurología y neuropsicología refieren que las resonancias magnéticas realizadas a los pacientes con estos síntomas no muestran alteraciones o lesiones cerebrales. La ausencia de daños en el cerebro significa que no se han producido cambios en la estructura cerebral y, por lo tanto, las alteraciones deberían ser reversibles. Esta evidencia, a pesar de resultar tranquilizadora, no es firme ya que se necesitan más estudios para conocer en profundidad la niebla mental.


¿Qué se puede hacer al respecto?


Aún existe muy poca información sobre tratamientos para la niebla mental y pueden variar en función de las causas. La diversidad de síntomas y el desconocimiento del origen imposibilitan la existencia de un tratamiento de eficacia demostrada. Sin embargo, existen estrategias que ayudan a reducir los síntomas y el malestar generado.


De forma general para los déficits cognitivos lo recomendable es la estimulación cognitiva. Ejercitar la mente favorece que se disipe la niebla o confusión mental. Algunos de los ejercicios que se pueden realizar fácilmente en casa son: sudokus, crucigramas, sopas de letras, juegos de palabras o ejercicios de operaciones matemáticas. Además, el uso de tarjetas, listas, alarmas y otros recordatorios para eventos o tareas importantes son una buena estrategia para entrenar la memoria.


A pesar de que pueda parecer básico, una buena alimentación y un sueño reparador favorecen el correcto funcionamiento cerebral y la neuroplasticidad. Algunas ideas para conseguir una correcta nutrición son, establecer horarios regulares de comida y seguir una dieta equilibrada. En lo que respecta al sueño, se recomienda mantener una rutina de descanso, no realizar tareas estimulantes antes de dormir, controlar ruidos y luminosidad y tener una buena higiene del sueño.


Tampoco se deben olvidar la estimulación del cuerpo y el ejercicio físico. La actividad física regular y moderada ayuda a reducir los síntomas de estrés, favorece el sueño y mejora el rendimiento mental.


En cuanto al día a día, es bueno retomar las rutinas o elaborar nuevas, de forma que se realicen todos los días las cosas de la misma manera. Para favorecer la claridad mental resulta eficaz evitar la multitarea, reducir la sobreestimulación y hacer las cosas de una en una prestando atención en el momento. Además, se obtendrán mejores resultados si se elige el mejor momento de la jornada para realizar las tareas que requieran más concentración, lucidez mental y esfuerzo.


Otra de las recomendaciones es controlar el estrés. Esto se puede conseguir identificando las situaciones que lo provocan y evitándolas o, en el caso de que no se puedan evitar, poniendo en marcha diferentes técnicas de relajación. Concentrarse en la respiración o intentar mantener una imagen agradable en la mente son algunas de las técnicas más sencillas. Si en algún momento la situación llega a sobrepasar al paciente, es conveniente buscar apoyo emocional y ayuda profesional. La sociedad actual está viviendo una situación sin precedentes que pone de manifiesto la necesidad de aprender a adaptarse a los cambios y a la incertidumbre.


La rehabilitación dirigida por profesionales de la medicina o la psicología puede ser beneficiosa para la recuperación o para la reducción de los síntomas.


Ante el desconocimiento, se hace necesario un estrecho seguimiento de la salud cognitiva y neuropsiquiátrica de aquellas personas supervivientes de la Covid-19.


Irene Rodríguez Atienza
Psicóloga y Neuropsicóloga.


Referencias bibliográficas

Belluck, P. (2020, 15 de octubre). “Me vuelvo casi catatónico”: la “niebla mental” afecta a los sobrevivientes de la COVID-19. The New York Times. https://www.nytimes.com/es/2020/10/15/espanol/ciencia-y-tecnologia/sobrevivientes-covid.html

Cai, Z., Zheng, S., Huang, Y., Zhang, X., Qiu, Z., Huang, A., & Wu, K. (2020). Emotional and Cognitive Responses and Behavioral Coping of Chinese Medical Workers and General Population during the Pandemic of COVID-19. International journal of environmental research and public health, 17(17), 6198. https://doi.org/10.3390/ijerph17176198

Davis, N. (2020, 9 de octubre). ‘Brain fog’: the people struggling to think clearly months after Covid. The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2020/oct/09/brain-fog-the-people-struggling-to-think-clearly-months-after-covid

Duval, Fabrice, González, Félix, & Rabia, Hassen. (2010). Neurobiología del estrés. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 48(4), 307-318. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272010000500006

Ezpeleta, D. y García-Azorín, D. (2020). Manual COVID-19 para el neurólogo general. Sociedad Española de Neurología. https://www.sen.es/pdf/2020/Manual_neuroCOVID-19_SEN.pdf

Garrigues, E., Janvier, P., Kherabi, Y., Le Bot, A., Hamon, A., Gouze, H., Doucet, L., Berkani, S., Oliosi, E., Mallart, E., Corre, F., Zarrouk, V., Moyer, J. D., Galy, A., Honsel, V., Fantin, B., & Nguyen, Y. (2020). Post-discharge persistent symptoms and health-related quality of life after hospitalization for COVID-19. The Journal of infection, S0163-4453(20)30562-4. Advance online publication. https://doi.org/10.1016/j.jinf.2020.08.029

Harrison, S. (2020, 11 de junio). Confused About Covid Brain fog? Doctors have questions, too. Wired. https://www.wired.com/story/confused-about-covid-brain-fog-doctors-have-questions-too/

Heneka, M. T., Golenbock, D., Latz, E., Morgan, D., & Brown, R. (2020). Immediate and long-term consequences of COVID-19 infections for the development of neurological disease. Alzheimer’s research & therapy, 12(1), 69. https://doi.org/10.1186/s13195-020-00640-3

Kaseda, E. T., & Levine, A. J. (2020). Post-traumatic stress disorder: A differential diagnostic consideration for COVID-19 survivors. The Clinical neuropsychologist, 34(7-8), 1498–1514. https://doi.org/10.1080/13854046.2020.1811894

Lamprecht B. (2020). [Is there a post-COVID syndrome?]. Der Pneumologe, 1–4. https://doi.org/10.1007/s10405-020-00347-0

Lira, David, & Custodio, Nilton. (2018). Los trastornos del sueño y su compleja relación con las funciones cognitivas. Revista de Neuro-Psiquiatría, 81(1), 20-28. https://dx.doi.org/https://doi.org/10.20453/rnp.v81i1.3270

Martín, J. (2020, 5 de noviembre) “Niebla mental”, una secuela de la COVID-19 que “aterra” a quienes la padecen: “No puedo leer ni escribir como antes”. Radio y Televisión Española. https://www.rtve.es/noticias/20201105/niebla-mental-secuela-covid/2053142.shtml

Pera A. (2020). Cognitive, Behavioral, and Emotional Disorders in Populations Affected by the COVID-19 Outbreak. Frontiers in psychology, 11, 2263. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.02263

Serrano-Castro, P. J., Estivill-Torrús, G., Cabezudo-García, P., Reyes-Bueno, J. A., Ciano Petersen, N., Aguilar-Castillo, M. J., Suárez-Pérez, J., Jiménez-Hernández, M. D., Moya-Molina, M. Á., Oliver-Martos, B., Arrabal-Gómez, C., & Rodríguez de Fonseca, F. (2020). Influencia de la infección SARS-CoV-2 sobre enfermedades neurodegenerativas y neuropsiquiátricas: ¿una pandemia demorada? Neurología (Barcelona, Spain), 35(4), 245–251. https://doi.org/10.1016/j.nrl.2020.04.002

Vecsey, C., Baillie, G., Jaganath, D. Havekes, R., Daniels, A., Wimmer, M., Huang, T., Brown, K. M., Li, X., Descalzi, G., Kim, S.S., Chen, T., Shang, Y., Zhuo, M., Houslay, M. D. and Abel, Ted. (2009) Sleep deprivation impairs cAMP signalling in the hippocampus. Nature (461) 1122–1125. https://doi.org/10.1038/nature08488

Compartir este Post

Share on facebook
Share on google
Share on twitter
Share on linkedin
Share on pinterest
Share on print
Share on email